Fenómeno
que fue descubierto mucho antes, puede que antes de la Grecia clásica, cuando se
comprobó que la relación con determinadas personas era tan salud-able como
insana la relación con otras. Asunto que, dicho así resulta obvio, pero del que
solemos reconocer solo la segunda parte, cuando decimos:"me hace la vida
imposible", o "no lo soporto".
Parece
más fácil tomar conciencia de lo dificiles que son las relaciones con algunas personas, que darse cuenta del bienestar y confort que producen otras, con las
que todo parece fluir.
Creemos posible enumerar las razones de ese bienestar y sin embargo en otros momentos es prácticamente imposible decir qué es lo que sucede, qué fuerzas extrañas lo producen.
Creemos posible enumerar las razones de ese bienestar y sin embargo en otros momentos es prácticamente imposible decir qué es lo que sucede, qué fuerzas extrañas lo producen.
A medio camino entre lo razonable y lo mágico,
lo cierto es que toda relación es capaz de sanar y de enfermar a sus
protagonistas.
Igualmente,
si la persona te devuelve la sonrisa y la espontaneidad cordial, está
provocando en ti el mismo tipo de efectos y además respondiendo a tu esfuerzos
por dar salud a los que te rodean y validando esa visión de las relaciones que
tu has dejado clara en el momento de tomar la iniciativa de saludarlo.
Los
innúmeros modos de hacer saludable, son siempre expresiones del reconocimiento
y validación de la presencia de la otra persona. De ahí la tesis que vengo a
defender, las relaciones basadas en el reconocimiento y aceptación profunda y
autentica de la idiosincracia del otro son relaciones sanadoras, de apoyo y de
crecimiento. Y a la inversa. La relaciones que pretenden la
"normalizacion" de la conducta y el pensamiento del otro reduciéndolo
a una particular visión, son
profundamente lesivas.
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